La importancia política de los doblajes en el cine

Rubén, 26 agosto 2022

Hay países en los que rara vez se ven películas dobladas. Y sus habitantes están tan acostumbrados que los doblajes les resultan extraños. Las voces dobladas suelen sonar un poco planas y nunca coinciden con las bocas que vemos en la pantalla. Esto puede resultar molesto e incluso un poco desagradable.

Pero desde el nacimiento del cine sonoro, a finales de los años 20 y 30, el doblaje ha sido habitual en muchos países, entre ellos (mirando sólo a Europa) Italia, España y Alemania. El doblaje se sigue utilizando en muchos de estos países como forma de traducir las películas y la televisión extranjeras.

En Italia, el sistema de doblaje se desarrolló tanto en la década de 1930 que incluso se utilizaba para añadir voces a las películas italianas, hasta que en la década de 1980 el crecimiento de la televisión (que utilizaba sonido grabado directamente) provocó cambios en la práctica estándar de la industria.

Entonces, ¿por qué una práctica tan aparentemente extraña se impuso en las florecientes industrias cinematográficas de estos países? Después de todo, ¿no son los subtítulos una forma mejor de mantener intacta la película original y traducirla al mismo tiempo? Hay algunas razones.

Motivos para doblar películas

A principios del siglo XX, gran parte de la población europea que iba al cine tenía un bajo nivel de alfabetización. Los subtítulos no sirven de nada si no se pueden leer (o no se leen lo suficientemente rápido). También existe el argumento de que los subtítulos arruinan las imágenes de una película y mantienen los ojos del espectador pegados al fondo de la pantalla. Sin embargo, quizá la razón más importante a favor del doblaje sea la política.

El doblaje es una herramienta brillante para la censura cinematográfica. Las películas sonoras comenzaron a aparecer a principios de los años 30, una época en la que muchos países estaban cayendo bajo el dominio de los regímenes totalitarios. En Europa, los regímenes de Benito Mussolini, Francisco Franco y los nazis. La censura había sido una característica de la producción y distribución de películas en Italia, España y Alemania desde antes de que estas dictaduras tomaran el poder, pero aumentó notablemente después de que lo hicieran. Italia y España, en particular, encontraron el doblaje ideológicamente útil.

Italia

Los fascistas de Mussolini, por ejemplo, manipulaban las películas extranjeras durante el proceso de doblaje cambiando los diálogos para eliminar cualquier referencia poco halagadora a Italia o a los italianos. También utilizaron el doblaje para alterar elementos moralmente indeseables de las tramas de las películas. Por ejemplo, el doblaje al italiano de la película estadounidense de 1931 Los hombres de su vida fue alterado para eliminar una referencia a Mussolini.

Y lo que es más importante, en Italia se insistió en que las películas se doblaran al italiano nacional estandarizado (la forma oficial de la lengua que se entendía en todo el país). Con ello se pretendía unificar a los hablantes de las distintas regiones que hablaban diferentes dialectos locales y las lenguas minoritarias. El doblaje se convirtió en una herramienta nacionalista clave que podía unificar y aislar a Italia en un nivel sociocultural fundamental.

España

La misma historia se produjo en la España franquista, donde el doblaje mantuvo las películas ideológicamente aceptables y marginó a las lenguas minoritarias como el catalán, el vasco y el gallego. En la Alemania post-nazi, el doblaje se utilizó para alterar los diálogos de las películas con el fin de restar importancia a las referencias al pasado nazi del país y a las atrocidades que éste conllevaba. Por ejemplo, los nazis de Notorious, de Alfred Hitchcock, de 1946, fueron rebautizados como contrabandistas de drogas genéricos.

En el periodo posterior a la segunda guerra mundial, Europa occidental (con la excepción de España) se liberó del totalitarismo y la alfabetización comenzó a aumentar, pero el doblaje se mantuvo. Esto se debe en parte a que se había convertido en un hábito establecido y familiar. Pero el doblaje también se había convertido en algo vital para el sistema de coproducción, del que el cine europeo dependía cada vez más. La coproducción consistía básicamente en que dos (o más) empresas de producción de distintos países se asociaran para realizar una película juntos. Era muy popular entre los productores, ya que les permitía aunar recursos y acceder a subvenciones y desgravaciones fiscales de varios gobiernos.

Al igual que la censura, la coproducción existía desde los primeros tiempos del cine comercial. Era (y sigue siendo) una iniciativa clave que permitía a los países europeos relativamente pequeños unirse y hacer frente a la creciente dominación de las importaciones de Hollywood. Una vez más, el doblaje fue crucial en este caso, ya que estas películas coproducidas solían contar con elencos de varios países.

El doblaje significaba que cada actor podía actuar en el idioma de su elección en el plató (si se ve una película antigua doblada con atención, a menudo se puede notar que los actores están hablando en diferentes idiomas. El bueno, el malo y el feo, de Sergio Leone, es un claro ejemplo de esta práctica. Las películas se rodaban sin sonido y en la postproducción se realizaban distintos doblajes en diferentes idiomas, utilizando varios equipos de actores de doblaje.

Muchos directores de cine odiaban este sistema, pues consideraban que el doblaje era una forma de borrar los orígenes nacionales de las películas. Y algunos afirmaban que formaba parte de un impulso político más amplio para homogeneizar Europa (la OTAN y el Mercado Común también impulsaban la integración europea en esa época). En otras palabras, puede que el totalitarismo haya disminuido, pero para muchos el doblaje seguía siendo una herramienta política.

El doblaje sigue siendo un método clave de traducción audiovisual en muchos países y sigue atrayendo debates politizados. Por ejemplo, el mercado cinematográfico del Canadá francófono ha argumentado que los doblajes producidos en francés europeo no son apropiados para ese territorio. El doblaje acaba con frecuencia y sin sorpresa en el centro de los debates sobre la política lingüística y el imperialismo cultural, la imposición de la cultura de un país a otro país o pueblo.

Lo que la historia política del doblaje nos dice es que incluso elementos aparentemente menores, técnicos o banales de la producción cinematográfica y televisiva pueden servir para fines políticos muy concretos y significativos. En un mundo cada vez más saturado de medios audiovisuales, deberíamos tomarnos en serio esta lección.

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