Cómo una chica muerta en París acabó con los labios más besados de la historia

Rubén, 5 febrero 2023

Nadie sabía su nombre. No sabemos nada de su edad ni de sus orígenes, ni de cómo su vida la llevó a París donde acabo ahogada en el río Sena… Pero cuando su cuerpo sin vida fue sacado de aquellas aguas a finales del siglo XIX, la chica conocida para siempre como L’Inconnue de la Seine (La desconocida del Sena) comenzó una nueva y asombrosa historia en la muerte.

Sin embargo, no es todo lúgubre, este extraño segundo capítulo, un epílogo surrealista que nadie habría podido predecir, ayudó a salvar millones de vidas, incluso después de que la suya se viera trágicamente truncada.

La leyenda y popularidad de la L'Inconnue

La historia exacta de lo que le ocurrió a L’Inconnue antes y después de su fatídico ahogamiento es objeto de debate y está envuelta en la leyenda parisina, pero lo que sigue es la versión más extendida de una historia que ya tiene unos 150 años.

Se calcula que L’Inconnue tenía unos 16 años cuando murió. Nadie lo sabe con certeza, pero su muerte pudo ser por suicidio. Tras ser sacada del Sena, fue trasladada al depósito de cadáveres de París y expuesta al público junto a los cuerpos de otros muertos desconocidos para su identificación.

Este espeluznante desfile de cadáveres sin nombre era un entretenimiento popular en su época. “No hay una sola vitrina en París que atraiga a más curiosos que ésta”, explica un relato contemporáneo.

A pesar de la multitud, nadie reconoció a L’Inconnue. Sin embargo, aunque nunca fue identificada por la multitud que asistió a su entierro, eso no quiere decir que pasara desapercibida. Incluso muerta, su aspecto sereno llamaba la atención.

Tanto es así que un empleado de la morgue que, según se cuenta, quedó tan fascinado por ella, ordenó que le hicieran un molde de yeso. La máscara fue un éxito. En poco tiempo, la imagen de L’Inconnue se reprodujo en facsímiles que se vendían en tiendas de recuerdos de París, Alemania y el resto de Europa.

La fascinante máscara de esta desconocida muerta, descrita por el filósofo y escritor Albert Camus como la “Mona Lisa ahogada”, se convirtió en un codiciado icono cultural. Con el tiempo, la media sonrisa congelada de L’Inconnue descansó sobre repisas de chimenea y colgó en salones de todo el continente.

Se la colocaba en los talleres de los artistas y se la contemplaba como a una modelo muda e inmóvil

Pero no sólo cautivaron a dibujantes y pintores. Los poetas y novelistas también quedaron fascinados. En algún momento, L’Inconnue se convirtió en una especie de meme morboso para los escritores de principios del siglo XX, que urdieron innumerables historias dramáticas para esta heroína desconsolada, engullida por la mala fortuna y el peso del agua.

“Los hechos eran tan escasos que cada escritor podía proyectar lo que quisiera sobre ese rostro terso”. Un crítico la describió como “el ideal erótico de la época”, el modelo estético para “toda una generación de chicas alemanas que modelaron su aspecto basándose en ella”.

¿Cómo la L’Inconnue ayudo a salvar millones de vidas?

Medio siglo después de que se encendiera esta explosión de fama y fascinación, L’Inconnue volvió a transformarse en otra cosa, con la ayuda de un hombre que nació décadas después de que ella muriera. Se llamaba Asmund Laerdal y era un fabricante de juguetes noruego. Su empresa había empezado a principios de los años 40 imprimiendo libros y calendarios infantiles, antes de pasar a fabricar pequeños juguetes de madera.

Después de la guerra, Laerdal empezó a experimentar con un nuevo tipo de material que acababa de entrar en la producción en masa: el plástico. Con esta sustancia blanda y maleable fabricó uno de sus juguetes más famosos: la muñeca “Ana”, que en la Noruega de posguerra fue aclamada “juguete del año… con ojos dormidos y pelo natural”.

Un día, el hijo de dos años de Laerdal, Tore, estuvo a punto de ahogarse. Si su padre no se hubiera apresurado a intervenir, sacando al niño del agua y expulsando el agua de sus vías respiratorias, las cosas habrían sido muy distintas.

Así que cuando un grupo de anestesistas se dirigió a Laerdal y le dijo que necesitaban un muñeco para demostrar una técnica de reanimación recién desarrollada, un procedimiento conocido como RCP, encontraron un oyente atento y receptivo. Con estos investigadores -entre los que destacaba el médico austriaco Peter Safar, pionero en el método de reanimación cardiopulmonar-, Laerdal se embarcó en un proyecto histórico: fabricar un maniquí de tamaño natural para practicar técnicas de reanimación.

Para un fabricante de juguetes acostumbrado a fabricar coches en miniatura y muñecos de juguete, era todo un reto crear un maniquí realista y funcional, capaz de demostrar con fiabilidad las complejidades físicas de la reanimación cardiopulmonar. Aparte de las cuestiones técnicas, ¿qué cara le pondría a este muñeco gigante?

Fue entonces cuando Laerdal recordó una extraña y enigmática media sonrisa. Una cara serena que había visto colgada en la pared de la casa de sus suegros. Era, por supuesto, L’Inconnue.

Laerdal conservó el nombre de su muñeca Anne, pero dio al nuevo maniquí el rostro de L’Inconnue, junto con un cuerpo de dimensiones adultas, incluido un tórax plegable para practicar compresiones y labios abiertos para simular la respiración boca a boca.

Laerdal consideró importante que el maniquí fuera una mujer, pues sospechaba que los hombres de los años sesenta se mostrarían reacios a practicar la RCP en los labios de un muñeco masculino.

El maniquí recibió el nombre de Resusci Anne (Ana Resucitadora); en América, se la conocía como Annie RCP

Desde que salió a la venta en los años sesenta, Resusci Anne no ha sido el único maniquí de RCP del mercado, pero se le considera el primer y más exitoso “simulador de paciente” de la historia, responsable de ayudar a cientos de millones de personas a aprender los fundamentos básicos de cómo salvar una vida con RCP.

Esa increíble cifra, acumulada a lo largo de casi 60 años de respiración boca a boca, es la razón por la que a menudo se dice que Resusci Anne tiene la cara más besada de la historia.

Irónicamente, la mayoría de estos rescates fueron el resultado final de personas que se arrodillaron y se encontraron cara a cara con la réplica de una desconocida muerta en París, una desconocida que pereció mucho antes de que la técnica pudiera haberla salvado.

Con el tiempo, la réplica de Resusci Anne se hizo famosa por sí misma, al margen de L’Inconnue y de las modas pasadas del París de finales del siglo XIX. La letra “Annie, ¿estás bien?” de la canción de Michael Jackson “Smooth Criminal” procede en realidad de la formación estadounidense en reanimación cardiopulmonar, en la que los estudiantes practican cómo hablar a su paciente de plástico que no responde, la reanimadora Annie.

Se cree que los restos de L’Inconnue fueron depositados en una tumba de indigentes sin nombre, y los registros policiales de la época no mencionan a esta misteriosa chica.

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